La Puebla de Cazalla, la Banda Morisca


Tierra de buenos cantaores flamencos en la orilla izquierda del río Corbones y a unos 65 kilómetros de la capital. Tierra de aceite y algodón que le dan color verde y blanco a sus campos cultivados.
Numerosos vestigios romanos hallados en La Puebla de Cazalla como lápidas, sepulcros, cerámicas y monedas, dan fe de su rico pasado. Turdetanos, romanos, visigodos y árabes dejaron su huella en esta tierra. Durante la época musulmana, adquirió gran relevancia, teniendo entonces un importante castillo, hoy en ruinas.
El nombre de la localidad pude tener origen romano, en la palabra castra, que significa campamento militar y que los árabes transformarían en castalla. En1253, en el repartimiento de Sevilla tras la conquista, se refleja el nombre de Cazalla de la Frontera, por su ubicación en la banda morisca, limítrofe con las tierras en poder musulmán.
El término fue entregado por Fernando III a la Orden de Calatrava y de sus manos pasó a la de los Téllez Girón, futuros duques de Osuna, que con el fin de repoblarla y defenderla le otorgaron en 1464 una Carta Puebla, a partir de la cual se funda la población bajo la denominación de Puebla de Cazalla.
Aquí nacieron algunos de los mejores cantaores que ha dado el flamenco: La Niña de la Puebla, Diego Clavel, Manuel Gerena y José Menese, y aquí se celebra un festival de cante jondo muy peculiar, la Reunión de Cante Jondo que a diferencia de la mayoría de los festivales flamencos, conserva el ambiente recogido de una auténtica cumbre de cante jondo.
Los espacios naturales de La Puebla de Cazalla son de gran belleza, como la cuenca del río Corbones y alrededores, y zonas de monte como El Pinalejo, con encinas y arroyos. En la actualidad son algo más de 11.000 sus habitantes que se denominan puebleños o moriscos.


Iglesia de Nuestra Señora de las Virtudes

La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de las Virtudes situada la Plaza del Cardenal Spínola de La Puebla de Cazalla (Provincia de Sevilla, España) supone por sus características un exponente del devenir histórico del municipio, ya que su origen se remonta al siglo XVI, cuando Juan Téllez de Girón, duque de Osuna, manda construirla bajo esta advocación, al pasar la fortaleza y Castillo de Cazalla al dominio de la casa ducal de Osuna y decidir este repoblarla.
Por su ubicación, sobre los restos del castillo, en la zona más alta del escarpe, ha sido siempre el principal elemento de referencia del perfil urbano del núcleo desde el entorno medio y lejano, y un elemento determinante de la trama urbana, configurándose en torno a ella el sector más cualificado del pueblo.
La reconstrucción del inmueble, entre 1821 y 1834, debida al arquitecto Tiburcio Pérez Cuervo, arquitecto madrileño de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, según la estética neoclásica, por encargo del entonces décimo duque de Osuna, Francisco de Borja Téllez Girón, la hacen ejemplar entre los templos parroquiales de la provincia de Sevilla.
El origen de este edificio se remonta a principios del siglo XVI, cuando don Juan Téllez Girón, promete construir una iglesia con el nombre de Nuestra Señora de las Virtudes, una vez que el castillo y fortaleza de Cazalla pasan al dominio de la casa ducal de Osuna y esta decide repoblar la zona.
En 1809, como consecuencia del mal estado de conservación, se produjo el desplome de la techumbre de la nave central y del evangelio, por lo que los enseres pasaron al Convento de los Mínimos que funcionó como parroquia muchos años. Durante la invasión napoleónica, el templo se utilizó como cuartel, quedando todos los muros llenos de troneras, lo que motivará que una vez terminada la guerra, el décimo duque de Osuna, don Francisco Borja Téllez Girón, ordene en el año 1813, su derribo y el levantamiento de un templo nuevo desde los cimientos.
El proyecto del nuevo templo se debe al arquitecto madrileño, Tiburcio Pérez Cuervo. Los planos se aprobaron definitivamente en 1821 por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y las obras comenzaron el 1824, construyéndose la nueva iglesia en el mismo lugar en el que estaba la anterior y aprovechándose los materiales de ésta.
En 1834 el duque de Osuna dejó de financiar las obras, paralizándose la construcción una vez alcanzada la altura de las cornisas y quedando sólamente cubiertas las naves laterales, lo que hizo que el pueblo se movilizara consiguiendo que en 1848 el Ministerio de Gracia y Justicia aprobase el expediente de obras.
En 1861 es elaborado un nuevo proyecto por el arquitecto diocesano, Manuel Portillo Navarrete, las obras se reanudaron en 1866, prolongándose durante bastante tiempo, ya que hasta el año 1886 no se bendice la iglesia. Será a principios del siglo XX cuando finalicen, pero en 1936, con motivo de la guerra civil, la iglesia es saqueada e incendiada, perdiéndose totalmente la techumbre además de la mayoría de los bienes muebles.


Convento de Nuestra Señora de la Candelaria

“Fundación de la Orden mínima, posee una nave central y capillas laterales habiendo adoptado transformaciones arquitectónicas en sucesivos siglos.”

Perteneció a la Orden de los Mínimos siendo construida en ladrillo y tapial. Consta de una sola nave central, dos naves de capilla y cuatro tramos. Su cubierta es de bóveda de cañón con lunetos en la central y cúpula sobre pechinas en el crucero el cual conserva restos de yeserías. La nave del Evangelio se cubre con cielo raso.

Fue construida a finales del XVI y comienzos del XVII de cuya época se conservan arquerías de medio punto, alfiz y baquetones. Posteriormente fue reformada en los siglos siguientes. En la primera etapa se llevó a cabo la ordenación del interior y el tipo de los pilares. En la segunda etapa la portada y la fachada. La tercera etapa corresponde a la construcción de las dos capillas que se abren en las cabeceras de las naves laterales.

La portada en su arco superior lleva un arco de medio punto. Es adintelada y está flanqueada por pilastras de estilo toscazo que soportan un frontón curvo y roto que da paso a un segundo cuerpo, con hornacina central que se flanquea con pilastras rematadas en jarras.

Sobresale el retablo mayor de tipo hornacina, del segundo tercio del siglo XVIII, y que es obra de los talleres de Estepa. El ático guarda un relieve de Santo Tomás de Aquino. Dicho retablo en madera dorada consta de banco, cuerpo con ático y calle.

Hay que destacar de este edificio dos puertas de madera tallada del siglo XVIII y la imagen de candelero de Nuestra Señora de los Dolores de ese mismo siglo, año de 1718, cuyo autor fue Montes de Oca. Ambas puertas se encuentran en la cabecera de la nave izquierda y están cerradas por una reja fechada en 1856. Dicha capilla se hallas a los pies de la nave de la Epístola.

En la capilla de la misma nave de la Epístola encontramos un retablo en madera sin dorar con la imagen de San Antonio, obra del XVIII. Luego, otro retablo de San Francisco en madera dorada y policromada formado por banco, cuerpo y ático decorado con guirnaldas y frutas del siglo XVIII también. Otro retablo, neoclásico, del XIX, con imagen de Cristo moderna se organiza en banco, cuerpo y remate.
Debemos hacer sobresalir la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad y el Cristo de la Veracruz.
En la sacristía descubrimos una cajonería que data de 1714 y un cáliz de plata dorada de 1849 donde podemos apreciar los punzones de los plateros Prolongo y Leal.
La torre, situada a los pies se halla ordenada en tres cuerpos. El primero con vanos de medio punto enmarcado en pilastras toscazas; el segundo alberga el cuerpo de campanas, y el tercero se remata con cerámica del siglo XVIII.

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